Una flor preservada es una flor natural que ha pasado por un proceso de conservación especial para mantener su aspecto fresco y belleza durante meses o incluso años, sin necesidad de agua ni luz solar.

Pueden durar de 1 a 5 años o más, dependiendo de los cuidados.

No necesitan agua, sol ni poda. Solo mantenerlas alejadas de la humedad y del sol directo.

Reducen el desperdicio de flores frescas y el consumo de agua, por lo que son más sostenibles.
Aunque su precio inicial es mayor que una flor fresca, a largo plazo resultan más económicas por su duración.

Conservan su forma y color por mucho tiempo, ideales para decoraciones, ramos de novia o regalos duraderos.
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Mantienen la textura, suavidad y apariencia de una flor natural, a diferencia de las flores artificiales.
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